martes, 12 de julio de 2011

Capítulo 2: Orfanato.

Empezó a oscurecer en el trayecto de avión. Se estaba poniendo el sol en el horizonte mientras atravesabamos el oceáno. He de admitir que eran unas vistas hermosas pero estaba tan enojada con todo el mundo que no tenía tiempo para cursiladas de ese calibre. A mis espaldas había un señor regordete que inundaba todo con sus ronquidos, no podía culparle. Eran las 5 de la tarde, algunas personas dormían siesta. Simplemente me sumerjí en la música de mi MP3, ¡Estupendo! ¡Bateria baja!
 -Lo que faltaba... -dije para mi misma.
 -¿Ocurre algo Tanya? - me pregunto mi Tutor, Max.
 Siempre había pensado que Max era un buen tipo, un hombre majo que se enrollaba y era divertido. No sabía cuan equivocada estaba, hasta que aceptó la oferta de introducirme en un etúpido internado de niños pijos, ricos y mimados con mucha pasta y poco cerebro. Pero la decisión estaba tomada y yo no podía hacer nada para evitarlo.
 ``Espera una año más, solo un año´´ pensé.
 Ya que cuando cumpliese los 18 era libre, aunque los 17 los había cumplido hacía tan solo un mes con lo cual debía esperar un año completo para mi libertad.
 Asi que ignoré su pregunta y seguí contemplando la puesta de sol.
 No entendía muy bien eso del horario mundial y se suponía entonces que en Inglaterra eran unas cuantas horas más tarde, con lo cual. Estába a punto de anochecer. Me limiré a cerrar los ojos esperando al sueño.
 -Sé que estás enfadada, Tanya. Pero es lo mejor para tí. Es una oportunidad única y debías dar provecho de ella. Tú solo piénsalo. Si entrás en ese Orfanato, vas a ser una persona importante en la vida. -dijo con seriedad y repitió.- Piénsalo.
 -Ya, y si no entró ¿Qué?, ¿Seré una perdedora? - pregunté con tono de burla
 -Yo no he dicho eso.
 -Dile al loro que se calle.
 Se calló y por fin respiré hondo e intente relajarme. Solo quedaba un hilito de luz solar en dirección hacia mi casa. Mi antigua casa a partir de ahora. Estaba cansada del viaje así que cerre los ojos y dejé que la inconscencia me llenará. Me rendí al sueño.

  -Tanya -oí la voz de Max y pestañeé dos veces- ya hemos llegado.
  Con pocas fuerzas agarré mi mochilita de Hello Kitty, era tan pija omo el orfanato al que iba a ir, pero no tenía otra cosa. Saqué la botella de agua y bebí un trago.
 -Atención señoras y señores, vamos a iniciar el despegue, abrochense los cinturones hasta que el avión se detenga por completo. Gracias por viajar con nosotros. -anunció una vocecita del altavoz.
 Me abroché mi cinturon a la cintura haciendo caso omiso de Max que intentaba aún que le hablase, pero tenía muy claro que no iba a dirijirle la palabra a ese traidor en mi vida. 
 El avión comenzó a agitarse como si hubiese un terremoto, el hombre de atrás se despertó de golpe y se abrochó corriendo el cinturón. Suspiré si, llegase a caerse hacia delante me aplastaría. Pasaron 10 minutos hasta que dejamos de movernos como locos y todo volvió a la calma, me desabroché y fui detrás del traidor para bajar del avión. Parte buena: los ronquidos habían terminado definitivamente. Parte mala: Ahora un viaje en autobús de 3 horas y media.

 Cuando bajamos también del autobús respiré profundamente, me acercaba más y más a mi nueva vida, mi nuevo lugar. El estúpido orfanato lágrima perdida me estaba esperando con ansiedad. Como si un ser irracional hecho únicamente de ladrillos y cemento quisiera hacerme la vida imposible.
 Entonces tras la caminata, lo ví.
 Era enorme, tan gris como el lugar al que pertenecía y parecía estar sacado de una película de terror. Tenía frías gargolas de tierra y dos torreones a cada lado del edificio. La pared delantera tenía un gran portón de madera y un montón de ventanas que daban a las clases. Estaba cubierta de musgo y otras plantas trepadoras. Era peor de lo que pensaba.
 -¿Y bien? - me dijo Max con una sonrisa en el rostro.
 -Odio mi vida - contesté.

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