lunes, 11 de julio de 2011

Capítulo 1: La carta

No eran ni las dos de la tarde cuando recibí aquel comunicado desde algun lejano lugar de Cambridge. Allá en la gris Inglaterra. Siguiendo hacia el este de mi Nueva york. En el rémite de la carta no ponía nada más que esa ciudad y ``Orfanato lágrima perdida´´ Mis lágrimas si que se derramaban al oir esa palabra. Orfanato. Ese típico lugar que había evitado por todos los medios en mi triste y cruel vida. El lugar al que tendría que pertenecer desde que tenía 9 años. Aquel accidente de coche que habia dejado grabado una arañazo en mi corazón. Mis padres murieron y yo salí del coma 3 años después sin que pudiese acordarme mucho de mi vida. Sólo sabía lo básico. Mi nombre, mi edad, mi nacionalidad, pero ni rastro de mis seres queridos... Antes de que pusiera a adentrarme en el pánico que me producía escasear de recuerdos abrí la carta.
  Estimada señorita Tanya Capland:
 Hemos de reordarle que estaríamos encantados de contar con Usted en nuestro Orfanato en el que puede disponer facilmente de Becas estudiantiles, nuestras ricas clases cumplen un horario que podría cambiar si así lo quisiera. Cumplimos todos los prototipos para proporcionarle una estancia agradable y...
 Bla bla bla.
 Arrugué con fueria el papel y lo lance directamente a la papelera. Canasta. ¿Cuando iba a aprender que Tanya Capland no se iba a mover del centro de menores doónde estaba? No es que fuese gran cosa y mi cuarto era extremadamente pequeño. Los comedores echaban un apestoso olor a pescado y ta solo contaban con cinco clases al día y 15 alumnos por clase. Vale, es una auténtica birria. Pero es mi hogar y no tengo previsto cambiarlo por el momento. Y mucho menos por un orfanato de niños pijos y mimados con uniforme aún mas pijo y cursi que todos ellos juntos. No es lo mío.
 Tanya se queda en el centro.
 -Aquí me quedo -murmuré.
 Toc, toc, toc, tres ligeros golpes suenan en la puerta.
 -Tanya, soy Emma, ¿Puedo pasar?
 -¡Pasa Emm!- grité tal vez demasiado fuerte.
Emma, era mi mejor amiga, bueno a decir verdad, mi única amiga. Digamos que mi introvertismo y mi timidez no eran buenos aliado para relacionarme con la gente. De todas maneras me conformaba con poco y dice que los verdaderos amigos son los que se cuentan con los dedos y tal vez este relacionado con que el pulgar sea el dedo mas grande. En pocas palabra: Ella era una chica como yo. Un bicho raro, tímido e introvertido que no tiene su futuro bien claro.
 -¿Otra carta de Cambridge? -adivinó al asomar la cabeza a la papelera.
 -Sí
 -¿Y no vas a ir?
 -No.
 Silencio.
 -Pues yo iría.
 -Pues yo no.
 Hizo una mueca y bajo los ojos hacia el suelo.
 -¡Lo Siento! Sé que no tengo que pagar mi frustación contigo pero es que estoy cansada del mundo. Todos me dicen que tengo que ir a ese maldito orfanato. El mundo está en mi contra.
 -No, el mundo quiere lo mejor para ti.
 -Me extraña - repuse con sarcásmo.
 -Mira, se que odias la vida de un orfanato pero en realidad no se está tan mal. Pueden mejorar mucho tus estudios y he oído que en los orfanatos son los lugares donde habitas los único chicos guapos. Sus profesores son los mejores y sus habitaciones son grandes y espaciosas.
 -Y compartidas- dije con voz de pito forzada.
 -Bueno no te haré más la rosca con este tema. ¿Te vienes a dar una vuleta?
 -Tal vez el aire me siente mejor.

 Caminamos con la nariz erguida cuando atravesamos la pescadería. Tal y como llamamos al apestoso comedor. Pero la voz del director a través del megafono nos detuvo.
 -Porfavor, Tanya Capland, Ven porfavor a la sala de profesores.
 -Estupendo - dije con desgana.
 Al entrar en la sala todos los profesores me miraros con cautela, con ojos como platos y miradas de sospecha tipo: Es culpable y tendras 5 años bajo rejas.
 -Sientate- anunció el director mientras memiraba con sus grisaceos ojos. Estaba serio y su expresión no mostraba ni rastro de alegría como siempre. Hice caso y me senté.
 -¿He echo algo mal...?
 -Hemos oído que el Orfanato lágrima perdida quiere ofrecerte una plaza como alumna.
 Lo que yo decía, en mi contra- pensé. pero me callé
 Sólo asentí con la cabeza.
 -Bueno, tu tutor legal tambié ha recibido una carta a tu nombre y trás haberla leído se ha convenvido de que es lo mejor para tí y ha decidido en viarte al orfanato.
 -Oh no.
 -Sí, es una grasn oportunidad.
 -¡No! ¡No quiero ir!
 Salí corriendo por la puerta esquvando a Emma y a algunos alumnos que andaban por allí y fui a un banco del recreo. Sabía que aunque hiciese todo lo posible no iba a poder evitarlo. Tenía que ir a ese estupido internado. 
Mis sollozos comenzaron de nuevo.

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